Cuando caminamos suele agarrar mi mano, cuando me besa suelo volar, suelo irme lejos, es como si mi alma saliera y cuando sus labios dejan de rozar los míos lamentablemente vuelvo a la realidad.
Quiero besarlo y nunca dejar de hacerlo, sus besos me transportan, me hacen sentirme viva en momentos de derrumbes, sus abrazos me elevan hasta el punto de tocar el cielo con las manos y su besos en el cuello me transforma en fuego.
¿Cómo puede un beso causar tanto?
Fácil, simplemente te conectas. Yo suelo volar, suelo no querer soltarlo, es impresionante el sentimiento que traen y esas ganas de abrazarlo tan fuerte y decir no quiero que jamás se vaya de mi lado. De la mano viene el miedo y la locura, como también el deseo y la agonía.
Ese deseo de romper su ropa, de rozar su cuerpo de sentirse el uno al otro sin miedos algunos, de saber que pase lo que pase, ustedes ya son uno. Fueron y serán uno por ese momento inolvidable, fui parte del cielo y nos convertimos en una persona. Compartimos emociones, pensamientos, gustos porque fuimos uno.
Con su mano en mi cintura, con su voz en mi oído y con el amor unido. Completamente uno, estoy segura que si fuimos uno.
ESTAR CON VOS ES COMO SER PARTE DE LA POESÍA MAS DELICADA Y LOCA, CON UNA PIZCA DE DESEO QUE REVOLUCIONA TODOS MIS SENTIDOS.
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