-

-

sábado, 2 de octubre de 2010

Capitulo 4: El desastroso final después de un intento de suicidio-


Cuando desperté no entendí nada de nada, aquel hombre quiso arriesgar su vida por una mujer que ni siquiera conocía, una loca desespera en salir de este mundo y ponerle un fin a esta maldita locura.

Desespere al pensar que todo podría a ver sido un sueño, desespere al pensar que el era un producto de mi imaginación.

La vida cada día me demostraba que mi vida no tenía sentido.

Escuche una voz, y mi corazón se acelero como nunca lo había sentido, Dios mío, que mi corazón se calme, sentía como si se iba a salir de adentro.

Un hombre alto, esbelto, con pelo castaño, se acerco junto a la cama donde yo reposaba, me miro, y sin decir ni una sola palabra, logro hacer un cambio raro en mí, quería saltar sobre el y besarlo, esos impulsos que a todas las personas les agarran, de pronto quiso pronunciar una palabra, preste atención a ver que diría:

-. ¿Te sientes mejor?

Mi voz se sentía cortada, como si no pudiese hablar, más intente pronunciar, vocalizar todo lo necesario, pero me sentía como un bebé recién nacido, que no puede hablar, solo mirar e intentar expresar con la mirada lo que quiere.

Volvió hacer la misma pregunta, pero no pude responder.

Se levanto lentamente, y se retiro.

Solo podía hablar con mi cabeza, no podía hacer otra cosa que quedarme acostada y pensar si esto es un shock o mi cabeza no quiere reaccionar a la hermosura de aquel hombre.

Respire hondo intente hablar, pero no podía era en vano, era lo más estúpido intentar hablar si sabía que algo había ocasionado esa situación, era lo único que me faltaba para completar el cartón de la canasta, la ultima situación que me hacia falta para decir, con esto llegue a mi limite.

Dormí, más de lo que imagine, veía como el otoño se acercaba a la ventana de aquella habitación donde cesaba mi vida.

Las hojas de cada árboles me hacían ver como si cada una sería un recuerdo, que se olvidaría y después se vuelve a formar otro, pero verde, no marrón.

La corteza del árbol, me la imaginaba como el cuerpo de un hombre, cada ramas, con cada hojas, era la vida de él desde el principio, hasta el fin, era extraño, quizás era imaginativo, quizás era verdad, no sé, es difícil describirlo.

Mi alma quería correr de aquella horrible situación que veía que poco a poco, se oscurecía más, seguía sin poder hablar, mis cuerdas vocales no funcionaban, me sentía bien para volver a mi vida, pero no estaba lista para dar el paso de dejar todo atrás.

Aún mis preguntas se seguían formulando en mi cabeza, el porque el hombre aún así, sin saber quien era, me dejaba estar en su casa, el porque no me echaba, no me mandaba a un psiquiátrico el porque a tantas preguntas…

Sentí el ruido de la puerta al abrirse, era él, el hombre que describí con palabras perfectas, el que me salvo de la muerte, y aun así me acepto tal cual fui, una loca, tonta que solo quiere matarse para no sufrir, pero el no me conocía , y eso me intrigaba, saber el porque lo hizo…

- ¿Descansaste ya? ¿Estas lista para largar aunque sea una sola palabra? ¿O vas a callar toda tu vida?

Mi voz no funcionaba, intentaba intentaba pero era en vano no funcionaba, volvió hablarme…

- Perdón, intente ayudarte, pero si tú no me ayudas ami, no puedo ayudarte a ti, te tendrás que ir de mi casa, en unas horas llega mi pareja y se va a sorprender si te ve aquí…

¿Irme? ¿Pareja? Dijo tantas cosas a la vez que mi cabeza daba vueltas, no quería irme, con el detrás de la puerta aunque sea no me sentía tan sola.

Asentí con la cabeza de que iba a irme, tomé mis pocas cosas, y me largue, aún así no podía pronunciar ni una palabra.

Salí por el barrio de “La Boca” si era así como todavía se llamaba,

De noche ese barrio era horrible, pero aísle mi negatividad y me dirigí hacia la estación de tren, la gente me miraba como si estuviese desnuda, me dio vergüenza al instante de recibir tantas miradas, que decidí salir corriendo y esperar al tren sentada en una banca de color marrón, al llegar subí despacio sin llamar mucho la atención, me senté en el asiento más lejano a los otros, por miedo a ser vista nuevamente.

Llegue a mi departamento, ¡Por fin! Extrañaba mi cama, mis libros, me senté en mi cama a pensar todo lo que paso en esos 3 días de estar aislada de mi vida, fue como comenzar de nuevo, dejando atrás todo, pero de una manera no conveniente, por un segundo, pensé en el hombre que me ayudo, como podría darle las gracias por lo que hizo por mi, ni su nombre sabía, pero aún así por más de no conocerlo, por dentro estaba segura de que el sabía los miles de gracias, que no pude darle en tiempos de mi silencio.

Pasaron los días y mis voz aún así no volvió, estaba harta de mi silencio quería romperlo con un grito pero no funcionaba, decidí ir a una fonoaudióloga que pueda darme una explicación acerca de mi no tener mi voz, aún así ni ella tenía explicación alguna, solo supo decirme que mi caso no estaba a su alcance.

¿Y ahora que hago? ¿Me quedaré muda para siempre? Son esas típicas preguntas que cualquiera se hace en situaciones de desesperación, pero por más muda que este, precise esperar a la llegada de mi voz con paciencia y sin desesperación, que quizá al no desesperar llegue con rapidez.



[ continuara . . . ]

No hay comentarios:

Publicar un comentario